A veces los personajes que admiramos en televisión son tan lejanos… No sólo nos distancia un cristal, el de la pantalla, sino también infinidad de formas de vida, prejuicios o, simplemente, una mirada más altiva que otra. Pero… cuando ves a un chef de reconocido prestigio, jurado de uno de los éxitos televisivos más importantes de los últimos años, que va a presentar las próximas campanadas de fin de año mojando un croissant en cola cao en un pupitre… te quedas pensando y, como diría un castizo, te dices a ti mismo que… “no tiene precio”.